miércoles

sed

Cuando querés atravesar una pared los ladrillos caen encima tuyo antes de pasar al otro lado, una revelación no llega porque la busques noche y día, llega en el momento menos indicado, como una polución. Nadie habla de esperar, tarea desgarradora e inocua, simplemente despabilar las antenas, mantener en funcionamiento el radar y más que eso, estar atento a la primera señal, sea algo importante o insignificante ¿acaso te parece poco que desfilen sobre tu cordillera cerebral tantos personajes? ¿por qué aparecen sin aviso como si estuvieran susurrándome? Con el tiempo aprendí a no buscar los motivos, me limité a dárselos. Podía ser que me pellizcara la piel con algún cierre y ese dolor me sugería recordar en como me peleaba con mi hermana por los trozos de banana en las ensaladas de fruta. Podía ser que mientras ordenaba mi ropa veía el sorete que dejó un perro en medio de la rayuela esa misma tarde. ¿Cuál es la conexión? ¿existe conexión? Pueden perorar sobre este asunto en congresos, universidades y laboratorios, pueden comparar formas y explayarse elocuentemente con tesis, estadísticas, experimentos y diagnósticos, pero, cada tanto, aparece un hombre que nunca oyó hablar de todo esto y, sentado a la sombra de una nube descubre un nuevo y profundo lenguaje que va mas allá del gnosticismo, deontología, ontología, gnoseología, epistemología y neurofisiología psicoevolutiva. Estoy resucitando, desde luego. Esos personajes que desfilan entre mí, aparecen como amigos enterados de que ganaste la lotería. Se exponen en mi memoria reclamando más lugar, más luz, más atención. Quizá no tengan nada de maravillosos y sean peores que otros millones de personas, pero por alguna circunstancia aparecen, y no se me ocurre otra cosa que introspeccionarlos desde afuera y a modo de revisionismo histórico. ¿Quiero escribir una novela con personajes trágicos, reciclando seres para crear otros? ¿quiero escribir había una vez un colorín colorado? De ningún modo. No busco conflictos. Ni historias imaginadas. Soy demasiado vago, demasiado orgulloso y fumo demasiada marihuana para reincorporarme y pensar en otra cosa que no sean los hechos de mi vida. La mirada es mía pero el mundo es de todos. Me basta con la vida misma. Con los seres de carne y hueso. Con la epiléptica danza del amor y el dolor. La onda expansiva de los olores y los miedos. La proyección de una existencia sin sustancia ni vitaminas, en busca de un bienestar utópico que escapa de ellos a la velocidad de la luz y los deja penando en penumbras. Debo momificarlos para mi sacrificio, en suma. ¿Y cómo empezar? ¿y cómo seguir? ¿y hacia donde ir? En todas direcciones es la repuesta. Al menos la que yo escogí. Para llegar adonde muere el viento. Donde el polvo se hace roca. A las profundidades donde el mar es negro y transparente. Es una tarea harto difícil. Pocos hombres han llegado y estos mismos, no lo supieron ni lo comprendieron y buscaron más ¡siempre hay mas en algún lado! Nada es único. Ni siquiera Dios soportó ser único y se dividió en tres. Puedo continuar en este ataúd eternamente. Nada me lo impide, pero prefiero andar por el camino de las trampas. El mundo es demasiado grande para quedarse quieto. Las obras son las que expresan la realidad de la cabeza. Lo demás es relleno. Me quedo impávido ante algo incomprensible como el silencio. Pero por dentro grito, aúllo, desespero. Es un estado abstracto que persiste con divinidad. Rincones de puertas selladas. Verdaderos almacenes ocultos tras pasadizos secretos. Infinitos guardados en una mota de polvo suspendida en el aire. Pensamientos invisibles con su música propia como si se tratara de la señal de una radio. Instantes mágicos. Rostros que eternamente dirán lo mismo o mantendrán la misma posición. Siempre removerán piedras en los baldíos que provocó tu demoledora mente. No sé si me entiendo, pero eso sucede en el día de hoy, mires lo que mires. Así estés contemplando como rueda tu cabeza en un charco de sangre. Por eso los enamorados se preguntan todo el tiempo que están pensando. Por eso los animales te miran con desigualdad y los árboles saben que no lo necesitan. Porque la sombra es oscuridad huyendo de la luz. Porque el pasado está ocurriendo en el espacio. Porque sólo se trata de un deja vu que durará toda la vida. .

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